Gaudí e a luz

La virtud está en el punto médio; Mediterráneo quiere decir en el medio de la tierra. En sus riberas de luz mediana y a 45 grados, que es la que mejor define los cuerpos y muestra la forma, han florecido las grandes culturas artísticas, por razón de este equilibrio de luz: ni demasiada, ni poca, porque ambas ciegan, y los ciegos no ven; en el Mediterráneo se impone la visión concreta de las cosas, en la cual ha de descansar el arte auténtico. Nuestra fuerza plástica es el equilibrio entre el sentimiento y la lógica: las razas del Norte se cargan la cabeza, ahogan el sentimiento y, con la falta de claridad, producen fantasmas; mientras las del Sur, por exceso de luz, descuidan la racionalidad y fabrican monstruos; tanto con la claridad insuficiente como la cegadora, la gente no ve bien y su espiritu es abstracto.

Los habitantes de los países que baña el Mediterráneo sentimos la belleza con más intensidad que los países nórdicos, e ellos mismos lo reconocen así. Los del Norte aprecian más la riqueza, que se logra con el esfuerzo del pensamiento. Sus grandes museos los guardan bien porque son ricos, les cuesta mucho dinero, porque por las obras que contienen se pagan cantidades fabulosas, que jamás cobraran sus autores, los quales, en general, llevaban una vida mísera. Estos autores eran todos del Mediterráneo: egipcios, griegos, italianos, españoles. Los nórdicos se sienten orgullosos de tales riquezas porque no tienen de la vida la visión plástica que nosotros comprendemos fácilmente y que vale más que todas las riquezas.

Antoni Gaudí